martes, 16 de abril de 2013

Morfología de la Imagen

La imagen es un todo complejo que se compone de gran cantidad de elementos, todos ellos reducidos a la morfología, es decir, al punto, la línea, la forma y la textura.

Es difícil pararnos a pensar que detrás de una imagen está todo investigado y estudiado: su colocación,  su color, la dirección de las líneas, la forma, la textura o apariencia que ofrece... y todo ello para apelar de una manera muy determinada y premeditada al espectador.

De estos elementos de la imagen, me gustaría sobre todo centrarme en el punto y la línea.

EL PUNTO. Puede aparecer como textura, para ello se sirve de la repetición, el contraste y la dinamicidad.
Es importante la composición, es decir, según dónde se encuentre el elemento fundamental,  transmitirá diferentes sensaciones, y ésto, como ya comentábamos en alguna otra ocasión, también es cultural y personal. El punto también se sirve del color y la textura, por supuesto, para conseguir tales efectos.
Sin embargo, el punto también puede actuar como elemento focal: la expresión está condicionada por el tipo de grafía, el soporte sobre el que esté elaborado, las herramientas que se hayan utilizado. Aquí podéis ver algunos ejemplos  para que captéis las diferencias de esto que estamos hablando.
 
Lucio Fontana


Roy Lichtenstein


Diego Velázquez

El punto se convierte en patrón del mosaico, jugando con la organización espacial, actúa como elemento morfológico de la imagen.

LA LÍNEA. Se localiza en el artificio (lo construido por el hombre) y en la naturaleza (en ramas, grietas, rayos, ríos...), así se diferencia entre lo geométrico y lo orgánico respectivamente.
En mi opinión, lo bonito e interesante de esta dualidad es la capacidad de integrar ambas, como podéis comprobar en las siguientes imágenes:





Las variables que intervienen en esta integración, y en la construcción de la línea en general son: la longitud, la dirección, transición, el grosor, la intensidad, el color, la textura.

Haciendo referencia al valor expresivo y compositivo de la línea, podemos encontrarla definiendo contornos, estructurando el plano o el espacio, representando formas o perspectivas, modelando volumen, creando texturas muy diferentes (ya siendo orgánicas o geométricas), sugiriendo movimiento, y por supuesto, expresando emociones.

Recordar que, además de estos elementos morfológicos más básicos como son el punto y la línea, aparecen las formas (muy ligadas también a la línea: formas rectilíneas u orgánicas) y la textura, la apariencia, lo visual y a la vez táctil.

Con un uso consciente y de calidad de estos elementos morfológicos se pueden construir obras maravillosas que sin duda logran su objetivo: causar esa sensación o emoción en el espectador, provocando una respuesta de éste.


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